“No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Éxodo 20:3

El primer mandamiento de la Ley moral, establece que Dios debe ser el único a quien se dirija toda adoración de parte de los hombres. Particularmente este mandamiento es una declaración especial, demandando la adoración exclusiva de la humanidad redimida para con su Redentor. “Nunca deberá haber espacio en sus vidas para otra clase de dios u objeto de devoción o entrega además de Él [1]. No obstante, el Señor conocía plenamente el corazón de su pueblo y sin lugar a dudas, la vida practica de Israel estaba cargada de abominaciones en contra del Dios que los sacó de Egipto.

El mundo presente a pesar de que han pasado miles de años, conserva los rudimentos de aquella idolatría que fue característica de la época, incluso se puede afirmar que la humanidad ha aumentado el nivel de pecaminosidad en contra del santo Dios. En días del postmodernismo, [2] se observan diversos factores que fomentan la profanación del primer mandamiento de la Ley moral, por ejemplo: La tecnología (bañada de todo su entretenimiento), las riquezas materiales, la sexualidad e incluso muchas religiones que se hacen llamar “cristianas”, evidencian de manera implícita y explícita el egocentrismo del hombre que se ha entronado como su propio dios; es decir, que el mandamiento para esta cultura postmoderna podría ser “No te hagas a ti mismo dios delante de mí.

El biólogo y escritor de sociología Antonio Cruz escribe, citando al filósofo Gilles Lipovetsky que “…se acabó la gran fase del modernismo…entramos en la cultura postmoderna… en que el placer y el estímulo de los sentidos se convierten en valores dominantes de la vida corriente[3]. Este comentario el autor lo hace generalizando los efectos del postmodernismo en la actual cultura. Sin embargo, no hay que excluir al cristiano contemporáneo quien también se ve inmerso en la misma; en referencia Cruz afirma que: “Lo que predominaría, en el tipo de fe de ciertos creyentes contemporáneos, no sería tanto el núcleo doctrinal del Evangelio…sino una visión antropocéntrica del mismo”, lo anterior se puede aplicar al cristianismo que se identifica con doctrinas erróneas, sin embargo, la realidad es que a pesar de que hay muchos creyentes con una sana doctrina, generalmente se encuentran luchando con algún tipo de idolatría, o en el peor de los casos inmersos en ella. Es tanta la gravedad del asunto que “A la hora de la verdad todo parece tener más importancia que los asuntos del Señor[4]. Por esta razón es que el primer mandamiento encierra todo deseo del hombre, por poner a otra cosa que no sea Dios en el lugar que le compete solo a Él.

En virtud de lo interior, la intención del presente escrito es tomar el primer mandamiento de la Ley moral, y destacar algunas de sus implicaciones para el cristiano [5].

1. Implicaciones del primer mandamiento de la Ley moral para el cristiano

Las implicaciones van acorde con el principio estricto que el mandamiento enseña. En el caso del primer mandamiento, el principio estricto es la prohibición de la adoración a falsos dioses; este principio no fue solo un mensaje para el pueblo idólatra de Israel, sino que es un mensaje transcultural. La prohibición de la adoración a dioses falsos trasciende a toda la historia de la humanidad, debido a la corrupción de la humanidad misma. El reformador Juan Calvino acertó al decir que “El espíritu del hombre es un perpetuo taller para forjar ídolos.”[6] Así que, la problemática radica no en una cultura específica sino especialmente en el hombre, “…es imposible para el hombre vivir sin un objeto de adoración…A fin de cuentas cada ser humano tiene un dios, y la vida del hombre es un reflejo del carácter y la naturaleza de su “dios” [7]. De modo que, las implicaciones del primer mandamiento abarcan a toda la humanidad sin excepción, pues el problema de la idolatría está arraigado al corazón del hombre. Sin embargo, es en el cristiano en quien se enfatiza el mandato, por ende, todo lo anterior es aplicado a él de una manera especial.

Al hablar de implicaciones, es necesario indicar que hay tanto implicaciones positivas como negativas, específicamente en esta meditación nos centraremos en una de cada una.

2. Implicación positiva

En esencia, el Señor al prohibir la idolatría, está demandando fidelidad; esta es la implicación positiva. El cristiano, al igual que el pueblo de Israel, está siendo llamado a serle fiel a Dios reconociéndolo como el único Dios en su vida; nada puede valer más u ocupar el lugar que solo le pertenece a Dios. Y es interesante que el Señor al prohibirle al pueblo la idolatría, lo hace muchas veces recordándoles que Él, los ha escogido de entre todos los pueblos de la tierra para que sean Su pueblo [8]. Y a la luz del Nuevo Testamento se puede apreciar que el pueblo escogido de Dios es la Iglesia, pues el apóstol Pedro lo escribió en 1 Pedro 2:9 diciendo “Mas vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Una iglesia conformada por habitantes de todas las naciones, pero llamada de entre las naciones para ser un solo pueblo; el pueblo de Dios.

De modo que es a los santos, quienes están en medio de una cultura contaminada y dañada por el pecado, a los que se les insta de forma determinante y particular, a reconocer a Dios como el único Ser digno de adoración. Esta fidelidad a Dios de parte del cristiano implica que tenga un conocimiento verdadero de Él. Juan Calvino hace hincapié en esto diciendo que “…no podemos tenerle por Dios sin que a la vez le atribuyamos las cosas que le pertenecen y que son propias de Él.” [9] Y una de las cosas que son propias de Dios es Su fidelidad; sería una falacia y contradictorio de parte del Señor demandar fidelidad sin que Él mismo no sea fiel. Así que, el Señor ordena fidelidad al cristiano sobre la base de que Él es fiel, tal como un esposo con su esposa, el Señor ha establecido una relación íntima con Su pueblo, y una de las cosas que deben predominar en dicha relación es la fidelidad (Oseas 2:20); no obstante, por la falta de fidelidad del pueblo el Señor reveló a Oseas que iba a castigar fuertemente al pueblo. En tal sentido podemos inferir, que mientras el Señor permanece siempre fiel el cristiano no lo hace.

3. Implicación negativa

Así como la fidelidad es la implicación positiva del primer mandamiento de la Ley moral, la infidelidad es la implicación negativa. En otras palabras, el Señor ordena fidelidad de parte de Su pueblo y les prohíbe claramente la infidelidad.

Lo anterior lo hace en base a que el cristiano no permanece fiel sino que le es infiel al Señor. Con respecto a esto Arthur W. Pink declara que “La infidelidad es uno de los pecados más preponderantes en esta época impía en que vivimos.” Es de notar, que el mismo autor no excluye al creyente sino que por el contrario lo añade posteriormente diciendo “Ningún lector o escritor puede pretender ser inmune a este terrible pecado. ¡De cuántas maneras diferentes hemos sido infieles a Cristo…![10].

Por ello es necesario recalcar, que así como el cristiano es infiel en su relación con el Señor; Dios es fiel, y no pasará por alto la infidelidad del cristiano, sino que se encargará de corregirlo. No obstante para este caso, no es la ira la que motiva a Dios para corregir a sus hijos sino su amor [11], un amor celoso en todo sentido para con Su pueblo, “…tiene celo (Dios) por mantener la pureza y la fidelidad que existe entre Él y ellos (Su pueblo).”[12] Tal como Santiago lo expresa en los versículos 4:5…El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente.” Por lo tanto, en medio de un mundo perverso, lleno de incitaciones para postrarse ante toda su gloria efímera y convertirse en un prosélito de sus placeres, el cristiano cae en dichas vanidades. Sin embargo, es indispensable que tome con la mayor urgencia la corrección del Señor, y esté dispuesto a negar todo lo mundano que obstruya la relación con su Padre celestial.

Luego de establecer que una de las implicaciones más importantes del primer mandamiento para el cristiano es la fidelidad en sí, y presentar los factores que se promueven en la actualidad para hacer que se profane el primer mandamiento; es necesario indicar, que a pesar que el Señor demande fidelidad de Su pueblo, Su pueblo no puede descansar en su propia fidelidad sino en aquella que proviene puramente de Dios.

Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.” 2 Timoteo 2:13

En conclusión, el primer mandamiento de la Ley moral fue dado por Dios para advertir y prevenir de la idolatría al pueblo de Israel. Aunadamente, dado a que la idolatría es un pecado arraigado en el corazón, también es un mandato para el cristiano el guardarse de tener dioses ajenos delante del Señor. Las implicaciones de este mandamiento para el cristiano contemporáneo son tanto positivas como negativas. Sin embargo, la implicación que se realza es la fidelidad; Dios demanda fidelidad de Su pueblo, y esto sobre la base de que Él es enteramente fiel.

[1] Jack B. Scott, El plan de Dios en el Antiguo Testamento, (Miami: Logoi, 2002), 93.

[2] Según Antonio Cruz, el postmodernismo se ha venido desarrollando en todo el S.XX hasta hoy como lo conocemos. (Postmodernidad, Barcelona: Clie, 1996), 50.

[3] Ibid, 49.

[4] Ibid, 170-171.

[5] Con cristiano, entiéndase que es el individuo que es seguidor de Cristo, por ende, los cristianos, estrictamente hablando, son del tiempo del Nuevo Testamento en adelante.

[6] Juan Calvino, Institución de la religión cristiana: Libro primero, 7.a ed. (Barcelona: FELiRe, 2013), 55.

[7] Thomas Montgomery, Editado para la convención anual (2013) de la Iglesia La Gracia de Dios, El creyente y la Ley moral de Dios, (Medellín: Termimpresos, 2012), 27-28.

[8] Dt 4:15–40, 7:1–8, 12:29–14:2

[9] Institución de la religión cristiana, 273.

[10] Arthur W. Pink, Los Atributos de Dios, 4.a ed. (Reino Unido: El Estandarte de la verdad, 2008), 59.

[11] Heb 12:6: “Porque el Señor al que ama, disciplina…

[12] El cristiano y la ley moral de Dios, 33.

Juan David Sanchez

Juan David Sanchez

Colaborador

Soy Juan David Sánchez, tengo 20 años y soy cristiano por la gracia de Dios. Colombiano de nacimiento, actualmente estudio Teología en el Seminario Reformado (SRL) ubicado en Medellín, ciudad en la cual también resido.

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