
Usualmente el mundo define a Dios como alguien amoroso, misericordioso y bueno. Todas estas definiciones sobre Dios son totalmente correctas. Dios es eternamente amoroso, Dios es eternamente misericordioso y es eternamente bueno, pero cuando se habla de que Dios es un Dios airado, las personas empiezan a sentirse incómodas con esta definición. En otras palabras, la pregunta problema que muchas personas tienen y que se resolverá en esta meditación es: ¿Cómo puede un Dios bueno tener ira?
Es común ver que las personas no pueden concebir en sus mentes a un Dios amoroso y al mismo tiempo a un Dios que también tiene ira, es decir, eliminan la idea de un Dios airado y se imaginan más bien a un Dios que perdona todo y a todos. El mundo de hoy no quiere hablar del atributo de la ira de Dios.
A pesar de este concepto vacío que muchos tienen sobre Dios (que es muy probable que sea por ignorancia bíblica), no debería de interesar ni se debería de tener en cuenta lo que un ser finito y de corto conocimiento dice. Más bien, para conocer verdaderamente el Ser de Dios, es necesario que Él mismo muestre quién es.
¿Quién puede conocer mejor a Dios sino alguien que conoce todas las cosas? y ¿Quién puede conocer todas las cosas sino Dios? y ¿Quién conoce más a Dios de lo que Él conoce de sí mismo? así que, es necesario prestar mucha atención a lo que Dios ha revelado con respecto a Él, si es que realmente se quiere conocer al verdadero y único Dios.
- La ira de Dios y el pecado
Quizá muchos no aceptan a un Dios airado porque tienen una definición errónea de lo que es la ira de Dios. Independientemente de que lo crean o no, muchos conocen la historia de la caída del hombre por Adán y Eva. En Génesis 3:16 se pueden apreciar las consecuencias que Dios le dio a la mujer por haber comido del fruto que Él había prohibido que comiesen, y la consecuencia fue: Dolor al parir los hijos y una sujeción al hombre gravosa en lugar de gozosa.
Por otro lado, el hombre también recibió su castigo por haber obedecido a la voz de la mujer y comer el fruto que Dios le había dicho directamente que no comiese. El castigo que Dios le colocó al hombre se puede ver en Génesis 3:17-19, y las consecuencias fueron: Trabajar y ganarse el pan con fatiga y sufrimiento, muerte espiritual y posteriormente la muerte física.
Ante esto, muchos consideran que el castigo de Dios fue “exagerado”, pues no ven nada de malo en comer una fruta. Lo que muchos desconocen es que el pecado de Adán y de Eva no fue tanto el comer de una fruta, sino más bien la desobediencia a la ley de Dios. Adán y Eva estaban amando la injustica, la mentira y la rebeldía hacia el Dios que define lo que es bueno y lo que es malo.
Además, si se presta cuidado a cada palabra que hace parte de la narración de la caída de la humanidad, es posible ver que Adán y Eva no solo desobedecieron el mandato que Dios les dio en ese momento: No comer del fruto, sino que también quebrantaron lo que luego se conocería como el decálogo o los 10 mandamientos.
Satanás tentó a Eva para que cayera en idolatría, pues Satanás le dice que al comer del fruto, el hombre podría ser como Dios, podría conocerlo todo. Eva quería ser una diosa, Eva deseaba vanidad, deseaba ser como Dios para su propio placer. Este pecado de Eva claramente quebranta el primer mandamiento: “Yo soy Yahweh tu Dios…no tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:2-3).
Eva no solo quiso ser como Dios, sino que implícitamente dijo que Dios es mentiroso. Eva le dice a Satanás que Dios mandó no comer del fruto, pues morirían, mas Satanás le dijo: “No morirás, sino que Dios sabe que el día que comas del fruto vas a tener tanto poder como Él” y así Eva creyó más a Satanás que al mismo Dios. Eva cayó porque pensó que Dios estaba escondiendo algo, Eva, al desobedecer el precepto de Dios, le dijo a Él mentiroso. Así mismo, Adán pecó por no guardar la Palabra de Dios, por rebeldía hacia Dios y por no cumplir con su tarea de rey dada en Génesis 1:26-27.
Así que es claro ver que Dios castigó a la humanidad porque ellos pecaron grandemente. Entonces, Dios odia grandemente el pecado. Dios aborrece lo malo y Él es quien decide lo que es bueno y lo que es malo. El hombre desobediente que hace lo que a Dios le parece malo recibe el nombre de hombre pecador, y el hombre pecador recibe castigo de Dios. (Romanos 3:19-24).
En otras palabras, la ira de Dios consiste en que “Él detesta intensamente todo pecado”[1], tal como lo definió Wayne Grudem en su libro llamado Cómo entender quién es Dios.
Más adelante en Génesis 6:13 y en Génesis 19:13 también se puede ver el gran odio que tiene Dios hacia el pecado, castigando a los pecadores con destrucción. El primer castigo es un gran diluvio y el segundo es fuego destructor. Dios hace esto porque la ira hace parte de Sus atributos. Una vez más: Dios odia intensamente el pecado.
Ya la respuesta a la pregunta problema de este ensayo está empezando a encontrar respuesta: ¿Cómo puede un Dios bueno tener ira? La respuesta adecuada, teniendo en cuenta lo anteriormente visto, sería: Dios es completamente y eternamente bueno, y por eso, Dios odia lo malo. Así, uno de Sus atributos es la ira: Detestar intensamente todo pecado.
Ahora bien, muchos afirman que Dios tiene ira contra el pecado y no contra quien realiza el acto. Muchos aceptan la famosa frase: “Dios odia el pecado y no al pecador” para decir que Dios castiga el mal pero no al actor del mal, pues se supone que “Dios odia el pecado y no al pecador”. Esta errónea idea la desglosaremos en la segunda parte de nuestra meditación sobre la ira de Dios.
[1] Wayne Grudem, Cómo entender quién es Dios, trad. de Rojas & Rojas editores (Miami: Vida, 2007), 97.

Kevin Colina Solano
Colaborador
Soy cristiano por la gracia y misericordia del Señor, actualmente residenciado en Medellín Colombia, ciudad donde adelanto estudios de teología en el Seminario Reformado Latinoamericano. Hago estos escritos para la edificación de mis hermanos en la fe. Comparte para que el mensaje llegue a más personas.
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